30 noviembre 2007

Duende?


Hoy hablaría de magia, hablaría de sueños, hablaría de esperanza...
Pero hoy sólo puedo hablar de que parece que la magia no tiene lugar, que los sueños se esconden en las camas para que la gente no pueda encontrarlos y que después de todo ya ni de la esperanza se acuerdan.
Hoy me dí cuenta de porqué las hadas y los habitantes del bosque se refugiaron allí, porque evitan esta sociedad tecnologica. Lo hacen porque en ella pierden su magia, lo hacen porque no eran capaces de soñar allí y la gente dejó de creerles posibles.
Hoy tras una semana y poco encerrada entre cuatro paredes la mayor parte de mi día me resisto a dejar que ese vacío desesperanzador me invada, a que la magia abandone mi vida y a dejar de creer en las hadas.
Hoy más que nunca sé que todo es posible que existe algo más allá que la vida gris que nos quieren imponer, que los sueños se esconden pero no se pierden sólo hay que buscarlos.
Hoy soy más duende.

05 noviembre 2007

Qué es la Magia


Magia es saber que podemos ser felices.
Magia es abrir la ventana a la posibilidad.
Magia es creer en nosotros.
Magia es mostrarle al mundo quienes somos.
Magia es soñar despiertos.
Magia es atrevernos a amar a otro con toda la libertad e intensidad del sentimiento.
Magia es conseguir que alguien sonria y crea en sí mismo de una vez por todas.
Magia es sanar el corazón herido.
Magia eres tu.

02 noviembre 2007

Hadas


Hoy descubrí un libro que le da sentido a este blog, algo que yo remotamente intuia como duende pero que no era capaz de plasmar como humana. Aqui dejo algunas pinceladas de lo que lei.

Sin calidez, sin sentimientos, sin magia, la vida se queda fría, inerte, y pasa a ser presa fácil de la desesperación, la lamentación y el estrés de la vida cotidiana, dando lugar a personas presas de una soledad a la que tratan de conjurar a expensas de su felicidad, lanzándose, por ello, a la persecución de la gloria material y la acumulación de riquezas...
Las hadas son pura energía que nos abraza el corazón para devolvernos la esperanza de una vida mejor, más plena de sentido, más abierta al aire de libertad y más henchida de creatividad...
Ellas, las privilegiadas del destino, tienen por misión devolvernos la memoria, reintegrarnos la magia y restauraranos la dignidad que como raza hemos perdido. Ésa es su misión, su destino cierto...
Su destino es sembrar la esperanza entre los pobladores de la Tierra. No pueden evitar la luz de sus ojos ni la risa de sus alas. No pueden disimular su belleza ni esconder su naturaleza.
Ni quieren.
Sin embargo, sólo pueden reconocerlas aquellos que ven la vida con los Ojos del Corazón. Sólo aquellos de alma despierta pueden ver a un hada, ya que en su apariencia humana son sencillas y cotidianas, y por eso cuesta tanto darse cuenta de esa mujer anónima, que camina por la calle con aire de felicidad en la mirada, es, quizás, un hada que ha descendido a la Tierra a ejercer su misión discreta y sutilmente. Sus alas asoman en la mirada, le envuelven la voz y elevan su paso.
No todas serán vistas.
No todas serán descubiertas.
No todas abrirán las puertas de sus castillos humanos.
No siempre confesarán su origen estelar.
No siempre te harán partícipe de su naturaleza.
Por eso, si usted tiene a alguien en su vida en cuya presencia se siente mejor -como si le recargaran las pilas y rejuveneciese-, que además le induce al optimismo, le anima a despertar la magia de su corazón, le ayuda a descubrir lo mejor de usted mismo, que casualmente, aparece en el momento oportuno -sincronía-, y le ama de una forma y con una calidad de amor como nadie antes lo hizo...Si le ha ocurrido esto, con toda probabilidad su vida se ha visto bendecida por la presencia de un hada...

Hadas.
Hadas con un par de dobles alas en su alma.
Hadas.
Hadas que alimentan el alma humana.
Hadas.
Hadas que abren puertas a nuevas dimensiones del ser.
Hadas.
Hadas que cobijan bajo sus alas a los corazones huérfanos.
Hadas.
Hadas que prestan su risa para alegrar las mañanas del frío invierno del alma.
Hadas.
Hadas que iluminan la oscura noche del alma.
Hadas.
Hadas que caminan lo que hablan.
Hadas.
Hadas que esparcen sencillez y tejen mantos de verdad.
Hadas.
Hadas que curan las heridas del alma.
Hadas.
Hadas cuya voz evoca cantos del paraiso perdido.
Hadas.
Hadas cuya risa eleva el espíritu y hace danzar la alegría en derredor.
Hadas.
Hadas atrevidas que no titubean en abrir nuevos horizontes.
Hadas.
Hadas que siempre, siempre, te protegerán con su latido eterno.
Hadas.

"Cuentos de hadas para aprender a vivir" RF.

22 octubre 2007

Queriendo Soñar


Hoy me levanté queriendo soñar despierta, deseando disfrutar de un dia de esos color de rosa, que de vez en cuando te recuerdan que tienes una sonrisa, que no la perdiste, que no la dejaste olvidada en el humo de un cigarro en cualquier bar.
Hoy me levanté con ganas de buscar un trocito de felicidad, esa que parece que ultimamente es más dificil de conseguir que una casa.
Y hoy un día más me di de bruces con sueños imposibles.
Hoy muere un duende un día más, en algún rincon un niño dejo de creer en las hadas.
Hoy...los sueños sueños son.

18 septiembre 2007

Incertidumbres


Esta mañana desperté. Con los ojos llenos de legañas...pensé si yo nunca tengo tantas legañas...y recordé que una noche más me quedé dormida llorando. Porqué lloraba me pregunto. No soy capaz de recordarlo, de todas formas...Qué más da, hoy brilla el sol.
Tengo la necesidad de quedarme un ratito más en la cama pero el maldito despertador me recuerda que tengo cosas que hacer.
Así, helada y aún dormida, bajo de la cama, donde dejo bien dobladitos mis sueños, y decido comenzar mi día...voy al baño me miro al espejo, a penas soy capaz de reconocerme...dónde está mi sonrisa? .Creo que la olvidé en algún rincón de la habitación ayer por la tarde. Me lavo la cara para quitarme estas legañas que no me dejan ver y corro a la habitación a buscar mi sonrisa perdida.
Busco por cada rincón, un mechero, pelusas, un clip,por qui, bolas de papel y un sueño extraviado por allá, y mi sonrisa que no aparece...Miro el reloj, uff es tardísimo, si sigo buscando llegaré tarde, así que dejo de buscar. Me visto, desayuno casi saliendo por la puerta y al llegar a la calle me enciendo un cigarrillo mientras espero que llegue el autobús...llegó el autobús, me monto, pensando todavía donde puedo haber dejado la sonrisa sin darme cuenta llego al final, bajo ensimismada, a penas miro al resto de personas que me rodean pero tengo la sensación de que ellos también olvidaron su sonrisa.
Ahora toca un ratito de metro...la gente sale y entra cada vez más apretujados todos, saco mi libro, enciendo el mp3 y a dejar que pase el tiempo...Sin embargo, hay algo que no me deja concentrarme ni en la música, ni en la lectura, he leido la misma frase 10 veces y no consigo encontrarle significado, pero ese algo no termina de aparecer o desparecer...l
Llego a mi parada.
Salgo corriendo porque efectivamente llego tarde, corro escaleras arriba, un poco de calle gris, otra vez escaleras, abro la puerta de clase...ufff menos mal parece que aun falta gente.
Me siento, hago como que dormito tengo miedo de que alguien descubra que perdí mi sonrisa.
A los pocos minutos empieza la clase y entro en una especie de letargo de formación abro los ojos para no perderme nada, bueno intento abrirlos porque el sueño me planta una dura batalla, a que hora me dormí anoche?...
Llega la hora del café porfin...bajamos unos más ansiosos que otros, los ansiosos somos los fumadores, vamos al bar, charlamos un rato, y cuando más a gusto estoy, ale otra vez a la clase donde vuelvo a aletargarme.
Miro el reloj mil veces y parece que el tiempo se hubiese detenido...parece que tengo hambre. No es aburrimiento, si estuviese en casa ya habría visitado unas cuantas veces el frigorífico para ver que picoteo, paseos infructuosos todos ellos pues nunca encuentro aquello que fui a buscar, eso que sabes que te apetece pero a lo que no eres capaz de poner imagen... 2 minutos y podré marchar a casa para proseguir con mi búsqueda. Pero antes toca otro ratito de metro y un paseo hasta casa...
Las estaciones van pasando...rápidas, distantes, una voz anuncia mi parada. Me levanto despacito, me ecerco a la puerta, el tren va frenando hasta detenerse. Se abren las puertas y salgo pitando, bajo las escaleras mecánicas mientras preparo otro cigarrillo, salgo por la puerta, lo enciendo...por fin, ya queda menos para llegar a mi refugio...Miro el móvil como esperando algo, lo cojo y me digo voy a ver si hablo un rato con el niño perdido, pero no lo coge... sigo subiendo la calle... Me resulta curioso el ritmo de las cosas, parece que todo se mueve al son de la canción que voy escuchando...que graciosa la abuela que parece que va bailando mi canción...
Ya veo mi casa al fondo ya queda poco...
Llegué a casa...Hola! y entro corriendo a la habitación para quitarme mi disfraz de calle...Enciendo el ordenador mientras me lavo las manos y voy al salón a comer, allí está mi familia mi madre con su sonrisa triste, mi padre con su sonrisa cansada, mi hermano con su sonrisa energética... y dónde está mi sonrisa?
Mientras comemos se comenta el tiempo, la política, mi hermano cuenta alguna anécdota que nos anima a hablar, ¿qué haríamos sin él?, terminamos de comer y salgo corriendo a la habitación, a buscar mi sonrisa, pero no muy en serio, porque hay que recoger los cacharros. Ahí nos encontramos mi madre y yo, ella con su sonrisa triste me mira como si notase que pasa algo, yo agacho la cabeza para que no lo descubra. Intento acabar pronto, que difícil es una vida sin sonrisa.
Ya en la habitación, busco entre los libros, entre las fotos, uff que de recuerdos se ocultan en ellas, un nudo me sube por la garganta y amenaza con no dejarme respirar, los ojos se humedecen... NO! no puedo llorar que tengo que encontrar mi sonrisa y las lágrimas no me dejarían ver.
Sigo buscando...Nada ya desesperada miro en google por si el supiera donde está...parece que esta vez no tiene respuestas... Miro entre mis páginas favoritas por si estuviese por allí pero tampoco aparece...
El nudo se va haciendo grande...Salgo a la calle por si se fue a tomar el sol a algún parque, o a ver atardecer junto al lago.
Intento parecer calmada cuando ando por la calle, pero los nervios me aprisionan, los cigarrillos se consumen en mis labios, a medida que recorro las calles y los parques y no aparece...las horas pasan y tengo que volver.
Ya en casa se repite el ritual de mediodia todos juntos cenando hablando de naderias.
Estoy agotada, así que me voy a dormir, a medida que voy perdiendo consciencia el nudo se hace más grande y las lágrimas se agolpan en mis ojos y ya me da igual las dejo salir... hasta que entre hipos, cansancio y lágrimas caigo en los brazos de morfeo...
Esta mañana desperté. Con los ojos llenos de legañas...pensé si yo nunca tengo tantas legañas...y recordé que una noche más me quedé dormida llorando. Porqué lloraba me pregunto. No soy capaz de recordarlo, de todas formas...Qué más da, hoy brilla el sol.

10 septiembre 2007

El dia que conocí a un niño perdido


Paseando hacia la posada donde debía reunirme con algunos compañeros de viaje, iba yo pensando si se separarían nuestros caminos y si alguna vez lo hacían cuanto me quedaría por recorrer , qué parte de ese largo caminar la haría sola, qué parte con ellos, qué parte con otros…

Mis pies se pararon en el dintel de la puerta, impacientes por la lentitud con la que mis manos empujaban la puerta… “¿Por qué están tan nerviosos?“ pensé, quizás sientan ya la necesidad de reemprender el camino…

Y así con paso nervioso entré en la posada… mis ojos hicieron un barrido por la concurrida sala posándose fugaces en los asistentes buscando aquellas caras tan familiares. Al fin, los encontraron, les reconocieron, se alegraron. Comencé el movimiento hacia ellos o eso creí porque esa vez mis nerviosos pies se negaban a seguir andando…

Escondido tras una jarra de cerveza había un niño de mirada triste y sonrisa amarga en la boca, una suerte de recuerdos ajenos llenó mi cabeza y tuve miedo porque a pesar de que ya me habían hablado de él no me habían dicho que era un niño perdido.

Obligué a mis pies a moverse y me acerqué a la mesa, una presentación vacía y a observar los recuerdos vivos de otros… le miraba, les miraba y ellos no le veían tras su disfraz de caminante solitario…no quise descubrir su secreto.

Al final de la velada llegó el primer reto… ¡el niño perdido me había retado!, pero él no supo que o había aceptado ese reto hasta el día siguiente al final de la velada, antes de que siguiese su camino.

Él echó a andar, y me dio la pista para seguirle y un poco a hurtadillas, mis pies inquietos se lanzaron a seguirle y sin yo saberlo reemprendí mi camino.

Al principio, cada día desandaba o lo andado y es que siempre odié las despedidas. No era fácil seguir sin mis compañeros de viaje, pero estos pies míos no me dejaban seguir parada.

Le seguí día tras día, intentando comprender el porqué de su tristeza, de su sonrisa amarga, ¿dónde estaba aquel recuerdo o pensamiento feliz que le permitía volar y había perdido?

Y así hora tras hora siguiéndole silenciosa fui descubriéndole, cada día me quedaba un poco más cerca de alcanzarle, pero se escabullía entre sus disfraces… supe entonces que si quería ayudarle a recuperar aquel pensamiento alegre debía arrancarle cada disfraz. Había que hacerlo con mucho cuidado para que no se asustase, así que me puse manos a la obra.

Nos encontramos en otros lugares y en esas ocasiones hablamos, compartimos, soñamos y andábamos juntos. Los disfraces iban cayendo…

Y yo desandando camino todos los días sin ser consciente hasta mucho después que no podía volver al punto de partida, que me había alejado demasiado…

Tampoco me di cuenta de que cada día mis pies se volvían más pesados cuando llegaba la hora de desandar el camino, me costaba tirar de ellos, tenía que hacerlo con todas mis energías “¿cómo van a mandar ellos sobre mi?” pensaba.

Era más fácil seguirle, buscar su mirada, seguirla ¿a quién no le gusta ver la vida a través de los ojos de un niño? Hay magia en su mirada…

Y así fueron pasando las horas, los días, las semanas, los meses y muy poco a poco pero de forma firme empezaron a no ser sólo mis pies los que se negaban a retroceder, mis ojos se negaban a dejar de mirarle, mi cuello a girar la cabeza al frente, mis brazos y manos a extenderse en otra dirección que no fuese la suya.

Hasta que un día tras varios días de compartir, hablar, reír y llorar juntos ni mi cabeza ni mi corazón quisieron desandar el camino. Me quedé allí quieta prendida en su mirada, su sonrisa, su porte, su actitud de niño perdido… y supe que no quería irme de su lado, que necesitaba tocarle, abrazarle, acariciarle, qué se yo, pero que no me iba más.

Me miré y me vi desnuda ante su mágica mirada, el también me había arrancado el disfraz, yo no sabía que cada día y a lo lejos, pero de cerca desandaba mi camino conmigo. También me observó, también quiso saber los porqués… ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Preguntaba… ¡qué grande la curiosidad de los niños!

Yo no sé si conseguí encontrar aquel pensamiento alegre para devolvérselo y que pudiera volar, pero sí tengo claro que él supo mirarme como ni siquiera yo misma me había atrevido a hacerlo, y a pesar de todo supo enseñarme a mirar. Puedo decir sin temor a equivocarme que gracias a él me siento más yo que nunca, me enseñó a no mirar atrás, a no desandar lo andado.

Hoy se que quiero que hagamos nuestro viaje juntos, a través de montañas, ríos, praderas, playas o cualquier cosa que se ponga por delante de nuestros pies, porque a su lado no necesito soñar para ser feliz, la realidad supera el sueño.

23.9.06 Entre niños perdidos



No se cuanto tiempo estuve caminando sin rumbo por el bosque, sumergida en esa melancolía que cubría mi sombra, cuando me pareció escuchar algo a lo lejos... era como el sonido de unas campanillas, y así atraida por su musicalidad me acerqué, quedando estupefacta al encontrar la fuente de ese sonido. Allí en un claro del bosque que creía conocer encontré una driade que tenía su morada en el tronco de un raro árbol, era uno de esos árboles que apenas nadie recuerda pues son olvidados, el árbol de los juegos, y allí rodeada de niños que nunca fueron, que deberían haber sido, o que fueron olvidados, estaba ella riendo con su risa fresca de riachuelo, musical como las campanillas. Un nimbo luminoso iluminaba su silueta,dando calor a todo aquel que se le acercaba ejerciendo así su magnética influencia en sus originales compañeros, aun en la distancia pude apreciar una gran piedra esmeralda que brotaba enraizada en su pecho y de donde parecia emanar todo su calor y luz, a lo largo de mis viajes había visto muchos seres, cada uno tenía algo especial pero ninguno tenía una piedra que irradiase semejante fuerza y valor, aun a pesar de estar resquebrajada en algunos lugares me parecio una de las más preciosas que jamás había visto. Todavía timida no quise acercarme más y me dispuse a observar en la distancia, y fui entendiendo parte de su esencia, tenía una naturaleza curiosa e inquieta, sus ojos se abrían de par en par a cada pestañaeo para abarcar todo a su alrededor ávidos de conocer, de encontrar, se paraban a cada detalle, el aleteo de una mariposa el zumbido de una libélula, quizás una ardilla limpiando sus bigotes, todo era importante, y curiosamente esto le daba un aire distraido que la hacía parecer mucho más fragil de lo que su espíritu era. Quizás porque recordase su curiosidad la de uno de esos niños con los que jugaba, quizás porque gracias a ellos todavía conservaba parte de su inocencia que de otro modo es posible que hubiese olvidado perdida debajo de alguna seta. Tan embelesada estaba observando que apenas me di cuemta que sus ojos se posaron como por encanto en los mios estremeciendome en parte para seguidamente reconfortarme con una invitación a penas velada para compartir su presencia. Me acerqué con cuidado, intentando a penas rozar la hierba con tal de no romper la magia de aquel lugar fantástico, me senté a su lado con las piernas cruzadas mirándola como un alumno mira a su maestro, y casi sorprendida empezó a brotar de su boca de fresa un torrente inacabable de palabras, sentimientos e ideas, sueños, ilusiones... Quizás fueron años los que pasamos allí conociéndonos o tal vez fuesen solo unas pocas horas es posible que fueran a penas unos minutos, sin embargo sentí que no había un rincón de mis recuerdos que no estuviese iluminado por su presencia, al final me concedió el ver a través de su esmeralda y allí encontré tantos lugares, tanta gente... algunos en el centro mismo de la piedra le conferían gran parte de su fortaleza natural, otros, sin embargo, parecían engastados en sus grietas, pero de una forma u otra todos la formaban, unos le daban valor, otros alegría, otros coraje, sueños, ilusion, apoyo, amor,por un instante me pareció verme reflejada allí y supe que ella estaría tambien reflejada de alguna forma en mi. Sin embargo, atisbé un pequeño hueco sin llenar, levanté la mirada y allí estaba su cara serena mirandome con sus ojos tan abiertos, diciéndome sin palabras que ese era su anhelo, y que después de mucho pensar había decidido ir en busca de ese sueño perdido.
Su viaje la llevará a tierras lejanas donde habitan los leprechauns, a la ciudad del tiempo, alli buscaría su tesoro al final del arcoiris, no supimos dilucidar si lo que encontraria al final del camino seria el oro tan valioso o no, pero de lo que no me cabe duda es de que será su tesoro,aquello que tanto ansía.
Así, llamamos a los niños y entre todos la ayudamos a preparar su viaje donde todos la acompañaríamos de una forma u otra y jugaríamos a la búsqueda del tesoro. y al amanecer de uno de los primeros dias del otoño partio acompañada de su séquito de niños olvidados, en busca de su tesoro al final del arco iris.
Desde mi bosque sólo me queda desearle que tenga un buen viaje y mucha suerte.

24.5.06 Buen viaje os echare de menos


Una mañana después de un gran descanso salí a pasear por las orillas de mi lago, la nieve casi se había fundido y los arroyos saltaban cantarines hacia su desembocadura. Observando entre los árboles pude ver dos barcas q zarpaban llenas de flores hacia el mismisimo centro del lago, un escalofrío recorió mi cuerpo y entonces tuve una súbita sensación de haber perdido algo muy importante que jamás iba a recuperar, y me sentí sola, me acuclille hecha un ovillo en la orilla del lago entro los juncos con la mirada fija en las dos brcas mientras las lágrimas surcaban mis mejillas, y recordé tiempos de plenitud cerca de aquello q había perdido, fue una sensación de esas q sólo los duendes pueden sentir, cuando sa apaga un corazón puro, la desaparición de su llama nos colma de tristeza, pero confiamos en que se unan a la fuerza de nuestros bosques y lagos, mares y montañas para que a nuestro modo podamos volver a sentirlos. y así me quedé mirándolas hasta que desaparecieron en el horizonte en busca de su lugar de descanso. Con la cara arrasada en lágrimas me levanté di media vuelta y me interne en el bosque esperando su regreso. (Esto es un pequeño homenaje a dos amigos que desgraciadamente emprendieron un viaje de no retorno, sólo me gustaría decirles que nunca les olvidaré que sus huellas más profundas están en los corazones de los que les conocieron, y que jamás podrán olvidar la fuerza con la que se enfentaban a la vida, sois los mejores y me quito el sombrero ante vosotros, un aplauso porque os lo merecéis)

28.2.06 Entre hilos y Corazones


Una mañana empezó a nevar de nuevo, los copos caían en mi cara y se deshacían con a penas un roce sobre mi piel, resbalando por mis mejillas mientras eran arrastradas por el viento... Es maravilloso cuando notas que estás vivo.
Miré a mi alrededor y vi pequeños hilitos plateados que me conectaban con el bosque, con cada árbol, cada ardilla, cada ave y todo ser vivo que aqui mora. Entrecerré los ojos para verlos mejor y me di cuenta de que todos no eran iguales unos eran hilos finos, otros más gruesos, unos simples y otros trenzados, alguno tenía nudos y otros algún enredo y cada uno era diferente a su manera. Entendí que la suma de todos me formaba a mi misma que yo era gran parte ellos. Es curioso cómo nacen y se deshacen los hilos, unos crecen rápidamente y se desvanecen con la misma rapidez, otros más lentamente pero todos sin excepción tenían algo mío y me traían algo del otro extremo aunque no siempre fuese visible.
Y recordé un sueño en el que descubrí un hada bajo un túnel montada en un gusano de metal, su cuerpo no parecía suyo era una capa de camuflaje que la ocultaba a la vista de los poco conocedores, de los que no saben mirar, pero sus inocentes ojos que tenían esa chispa de alegría inagotable, de generosidad sin límites, la delataban, pensé en susurrarle mi descubrimiento, pero no sé si el miedo atenazó mi garganta o quizás una clase de sensatez oculta que no alcanzo a comprender me hizo mantenerme callada y dejarla seguir pensando que su disfraz era perfecto, y fue recordando este sueño que me descubrí que esa también era yo, mis sueños y su contenido. Y algo así como un recuerdo de memorias pasadas vino a mi cabeza un cuento: una vez un viajero llegó a un pueblo, allí en la plaza del mercado entre los gritos de los vendedores, había un extraño revuelo, el cansado viejero se acercó a observar y esto fue lo que pasó: Allí había un chico que mostraba a todos su corazón decía que era el más bonito de todos pues no tenía ningún defecto, todo el mundo lo miraba asombrado elogiando lo bonito de su corazón, de repente un viejo se acercó y dijo tu corazón no es el más bonito , a mi me parece más bonito el mío y lo enseñó todo el mundo vio un corazón lleno de heridas y cicatrices, incluso le faltaban trozos y los que tenía no encajaban bien, el chico le dijo que a el le parecía un corazón feo que no entendía porqué el viejo opinaba que el suyo era más bonito. el viejo explico lo siguiente: mi corazón es más bonito poruqe indica que he vivido, cada trozo que falta significa que una vez le entregué una parte alguien a quien amé, en ocasiones esas personas también me dieron uno suyo, unas veces era mayor que el que yo les di y otras menos por eso no encajan todos, sin embargo el tuyo esta impoluto nunca has dado ni te han dado eso no es vivir. El chico con lágrimas en los ojos cogió un trozo de su corazón y se lo entregó al viejo dándole las gracias por lo sabio de su parecer, el viejo tomó otro trozo del suyo y se lo entregó al muchacho y partieron de allí agarrados como buenos amigos dejando estupefactos a los mudos espectadores.

26.11.05 Mariposas


Cuando todavía notaba el frescor del agua de la fuente en mi garganta, miré al cielo gris, y descubrí las copas de los árboles como pequeñas casitas que protegían a sus inquilinos del frío, de aire, la lluvia y la nieve. Es sorprendente lo que se puede descubrir cuando parece que todo esta muerto, sólo hace falta mirar, abrir los ojos, andar, dejar tu huella impregnando tu camino de tu especial esencia, sólo así se consigue la eternidad del pensamiento. Dejé volar mis pensamientos como mariposas al principio temerosas, que desplegan sus alas, remontan el vuelo y curiosean por todo el bosque inundándolo de destellos, de estrellas, Las blancas del invierno son tan... enigmáticas no sabes cómo pueden soportar el frío, pero comprendes que a pesar de la fragilidad de su aspecto son más fuertes de lo que imaginamos, cada uno tiene su propia fuerza interior que le impide caer incluso cuando parece que está a punto de tocar el suelo al final de una caida, cada uno tiene sus alas que le permiten volar y unirse a la eternidad. Así me di cuenta de que había comprendido parte del secreto de la fuente de la eternidad.

24.11.05 Invierno


Abrí los ojos y allí estaba el invierno, sentí el sueño del bosque, la vida apagada, la nieve congelaba los sentimientos que quedaban inertes, a la espera de la vida, de la savia que los reavivase, ya no había rachas de aire que levantasen las hojas y las hicieran volar hasta otros parajes, estaban caidas, putrefactas, empleando sus últimos momentos para alimentar a la madre, esa que nos da y que tampoco recibe, la tierra. Todo estaba en calma, el frío se metía en mis huesos, provocando un eterno tiritar de mi alma. Añoraba mis sueños, correr con mi amigo, conocer todos los entresijos de mi mundo, pero ya había despertado.No se puede dormir eternamente. Me levanté despacio, tenía que moverme, así que eché a andar sin ningún rumbo determinado sólo por el mero placer de andar. Fui recorriendo palmo a palmo el bosque admirándolo en su belleza dormida, deteniéndome a observar cada liana, cada enredadera, cada liquen, nunca había conseguido fijar mi mirada en ellos, siempre pasaba algún animalillo que captaba mi atención o una flor de vivos colores, pero durante el invierno es más fácil, a pesar de lo dormido del mundo, mis sentidos seguían tan despiertos como en mi sueño, cada sonido por leve que fuese llenaba mis oidos, los verdes apagados por la nieve y los dias grises ocupaban mi vista, quería ser como la eterna buscadora, embriagar mis sentidos de con la vida de mi bosque, y paseando y andando, sintiendo, descubrí un rincón, que parecía formar parte de mi mundo onírico, lleno de ilusiones, donde todos dejaban su corazón intentando como yo sentir y hacer sentir su libertad, y así como una rosa que se abre para rozar el sol, así me rendí yo al torrente de vida que nacía de la fuente de la eternidad.

27.10.05 Sueños Etereos


Estaba yo sumida en mi sueño, cuando noté un suave roce en mi brazo, entreabrí los ojos, y allí encontré la más bella imagen que el mundo jamás podría darme, allí estaba, majestuoso, con su porte frágil, elegante, etéreo. Sus crines ondeaban con la brisa y sus ojos sólo se libraban de las mismas, gracias a su brillante cuerno que nacía en su frente y se elevaba hacia arriba como queriendo alcanzar la luna en una espiral de resplandeciente blancura. Al notar que despertaba se alejó de mi unos pasos, y mientras me incorporaba todavía algo aturdida del sueño, sus profundo ojos negros no dejaron de mirarme exhortándome a seguirle con presteza, tenía mucho que mostrarme y demasiado poco tiempo. Abrí bien los ojos, y lenta y suavemente mientras se despertaba mi cuerpo dormido fui acercándome a él, pero no me dejo ni siquiera rozarle, en lugar de eso dio media vuelta y comenzó a trotar por la fresca hierba que había sido mi lecho y que alfombraba todo el valle y el bosque de Abedules, hayas y abetos, hasta la mismísima orilla de la laguna del espejo donde yo dormitaba. Comprendí lo que debía hacer, y como si de repente una nueva energía me llenase emprendí mi corretear a su lado, salimos del valle, y mis sentidos cada vez más despiertos, eran capaces de ver, de sentir, de oler, toda la vida del bosque, los olores de la jara, la resina de los árboles, la humedad del musgo llenaban mis pulmones, los helechos impregnaban mi piel con las gotas de la lluvia temprana de aquellos días, purificando mi cuerpo y sanando así mi alma, preparándola para comprender... Pude sentir con mis pies y mis manos el torrente arrollador de vida que se hallaba adormecido en las entrañas de mi bosque, llegando a un campo de flores. Paramos, y dando vueltas y mil vueltas me deje caer sobre la alfombra de colores, Y miré al cielo y vi las estrellas, las mismas que unieron nuestras miradas... ¿fue en esta misma noche? Lo recuerdo todo tan lejano. No me importaba. Y allí tumbada, vinieron a recogerme las hadas, semidesnudas, apenas tapadas por alguna flor o enredadera, frágiles como el cristal, con su piel aterciopelada y pálida como la blanca luna, me tomaron para bailar con ellas al son de la alegre melodía de los grillos que cantaban el final del verano. Sin embargo sabía que no nos quedaba mucho tiempo... Su presencia majestuosa volvió a imponerse y de nuevo impulsada por una fuerza desconocida salí corriendo en pos de mi guía, no sin antes despedirme de mis pequeñas amigas, que aún con un asomo de tristeza en los labios siguieron bailando a su son. Corrimos y corrimos, cruzamos ríos y praderas, descubrí todo tipo de sensaciones nuevas a su lado, y después de correr lo que me parecieron días, él se paró... Miré a mí alrededor y descubrí un paisaje desconocido para mí, la arena bajo mis pies, aún estaba caliente por el sol del día, me agaché para tomar un puñado y se fue escurriendo entre mis dedos, fina, e inexorable como el tiempo. A mi espalda los últimos retazos de bosque y la liberación de un río; a ambos lados, arena, una playa de arena blanca deseosa de que dejaras tu huella en ella para no poder olvidarte nunca y ser testigo mudo de tu viaje, y de frente, con su suave mecer de olas, el mar, el inmenso mar... Azul casi negro como la noche, deformaba la imagen de la luna que vanamente buscaba allí su reflejo. Escuché... mmmmmmmm el ruido de las olas. Calma. Unos pasos lentos y seguros se acercaban a la orilla... abrí los ojos una vez más y allí estaba ella, la princesa del mar, la enamorada de la luna, con su vestido blanco de muselina de seda, con sus magas de largas chorreras, que la hacían parecer etérea e intemporal, avanzaba sin apenas dejar su marca en la arena hacia su reino, para limpiarse ante la atenta mirada de la luna, de la suciedad que su viaje por la rutina le dejaba en el corazón, y así cuando se hubo sumergido por entero en las aguas, abandonando su vestido en la superficie, emergió del agua con todo el ímpetu de un espíritu renovado, dejando para nosotros, sus inesperados espectadores, un maravilloso espectáculo de luces que las gotas de su pelo regalaban Al viento y que el firmamento tuvo a bien iluminar, era una lluvia de perlas de diversos tamaños y colores, que coronaban su renacimiento. Poco a poco nos fuimos alejando dejándola disfrutar de su propio descubrirse, y continuamos nuestro camino. Volvimos a sentir la verde hierba bajo los pies doloridos dándoles nuevas fuerzas para seguir a delante en esta carrera contrarreloj. Jugamos con los peces en los lechos de los ríos, saciamos nuestra sed en las aguas más puras mojábamos nuestras caras con el rocío de la mañana, llegando a las más altas montañas, aquellas de las nieves eternas, aquellas de escarpadas subidas cuyas cimas de nieves vírgenes se hallaban coronadas de piedra, como fortalezas que un dios construyó para proteger su altar. Y en la cima de la más alta montaña, la madre de las montañas, la más vieja, pero no por ello menos viva, se hallaba la doncella de las nieves, la buscadora de luz, su traje de seda azul, se confundía con el cielo. Su larga melena como una alfombra de hojas en otoño se mecía al viento, libre, sin ataduras. Parecía suspendida en el aire, liviana pero fuerte como la roca, inamovible, rozando apenas con las puntas de sus pies descalzos un colchón de nubes. Era la eterna buscadora, encaraba el solo con los ojos cerrados y los brazos extendidos para captar hasta el último hálito de luz, de vida. Sedienta de todo lo que pudiese llenar su espíritu, esperando que un día le creciesen alas y pudiese así tocar el sol. Mientras se llenaba de vida, un coro de luces danzaba a su alrededor, abrigándola en su frío, acompañándola en su eterna búsqueda. Y a pesar de que hubiese querido quedarme allí para averiguar cuánta vida era capaz de absorber, de nuevo la sensación de apremio se abrió paso y emprendimos el descenso. Cuando todavía no habíamos abandonado el paisaje rocoso, en un lugar donde las verdes praderas estaban salpicadas de dientes de roca bajo la mirada atenta de la montaña, sentí un cosquilleo húmedo, primero en mi nariz, después en mis brazos desnudos, mis pies, mi cara, mi cuello... empezaba a llover, una lluvia fina, fresca que reconfortaba al viajero cansado y amablemente lo limpiaba del polvo del camino. Los lobos comenzaron su cántico, dulce, añorante, salvaje... y fue mirando al centro de la tormenta que la vi. Su imagen se clavó en mi retina, subida a una roca saliente invocaba al trueno para que acompañase el canto de sus lobos. Lloraba, sumida en un caos de esperanza y anhelos, mientras seguí invocando con su voz alta y poderosa la llegada del trueno. Fui acercándome silenciosa como una sombra para poder contemplarla mejor, siempre acompañada de mi infatigable guía. Miré sus ojos y vi su dolor y un fuego salvaje que ardía consumiendo sus temores. Como una doncella guerrera, la señora de la tormenta desataba tempestades con todo el fuego de su ser. Alzó la mirada al cielo buscando una espada con la que luchar, al instante un rayo se coló en sus manos dejando una espada en llamas. Los lobos aullaron más fuerte honrando con su canto a su señora, ella alzó los brazos implorando la bendición del cielo para su lucha, dejó a un lado la invocación y arrodillándose aulló, aulló emitiendo un sonido potente y gutural emulando a sus camaradas. Escuchar ese sonido hizo temblar mi alma, estremeciendo mi esencia y la de mi guía, le miré y vi dolor en su mirada y no pudiendo soportar ese sufrimiento en él eché a andar vibrando aún por el canto. El tiempo se había acabado, el viaje tocaba a su fin, pero aún tenía una sorpresa para mí. Se acercó suave y lento a mi lado. Con mucho cuidado y muy despacito acerqué mi mano para tocarle, cuando las yemas de mis dedos siquiera rozaron su pelaje, me vi inundada de esperanza, sentí el poder de su espíritu, la sabiduría de quien mira el alma. Le acaricié de principio a fin, despacio, disfrutando de todo lo que me trasmitía. Una idea cruzó mi cabeza, “Cabálgame”. No podía sentirme más honrada, así que subí a su lomo y agarrada a sus crines cabalgamos veloces, más veloces delo que jamás nadie cabalgó; pasamos por los ríos, las fuentes, el mar, el campo de flores, atravesamos el bosque y llegamos a la orilla de mi lago espejo. Allí se detuvo, supe que realmente había llegado el final. Volví a sentarme en la hierba sin querer despegar los ojos de su imagen, de nuevo se acercó, y con un tenue roce de su varita espiral, caí dormida entre la nebulosa de imágenes y recuerdos, conseguí entreabrir los ojos para verlo alejarse sin prisa, y finalmente me venció el sueño. Aún dormida, noté mi puño cerrado, con gran esfuerzo abrí los ojos, solté el puño y allí entre los pliegues de mi mano se había escondido una crin. Sonreí, cerré la mano cerca del corazón y descansé tranquila...

24.10.05 Despedidas


Una noche, al amparo de la luna reflejada en un lago, vino a mi encuentro...nuestras aventuras se entremezclaban para llegar siempre al punto que nos unía al otro, todas nuestras aventuras acababan con nuestro encuentro. Tras contemplar las estrellas largo rato en silencio, disfrutando el uno del otro, rubricando nuestra presencia en el espíritu del otro, nuestras miradas volvieron a cruzarse en el cielo; y fue entonces cuando me dijo, que debía partir, lejos muy lejos y por mucho tiempo, debía encontrarse, buscar su sitio, que no sabía donde estaba... Yo me quede mirándole, llenándome de él, de su presencia, su olor,...paré el tiempo para hacer de ese instante algo eterno que durase hasta que volviese a visitarme, sonreí y con un abrazo le desee mucha suerte en su búsqueda, le dejé abiertas las puertas de mi valle por si decidía volver, aunque sólo fuese para compartir nuestras aventuras. Volví a tumabarme en el fresco césped, escuchando en la tierra cómo sus pasos se iban alejando, hasta que me hundí en un profundo sueño de recuerdos al relente de la luna.

Recopilatorio

Bueno decir que esta es la continuación de un blog anterior que desaparecio...pero no murió ni quedó enterrado en el olvido, por eso las recopilaciones de lo escrito en él.