21 septiembre 2010

Estío

Se iba acercando el estío, todo a mi alrededor parecía cobrar vida, ponerse en movimiento, todo parecía cambiar demasiado rápido, o quizás fuese yo la que se había quedado ralentizada.

Me puse a recordar llena de nostalgia otros tiempos, otros lugares, otras gentes… la princesa del mar, la señora de la tormenta, las hadas, el unicornio, mis amigos los que nunca volverían y los que alguna vez volvieron, la driade y sus niños olvidados…

Qué habría sido de la driade…habría encontrado ya su tesoro al final del arco iris?... todavía podía oir sus campanillas…o…espera… era posible que fuese su sonido en realidad? Lo estaba escuchando de nuevo? No, tenía que ser mi imaginación… pero parecía tan real…

Ensimismada en mis recuerdos no me apercibí que alguien se acercaba y casi cuando estaba a punto de rozarme oí su risa tímida y traviesa… Sus Campanillas!!

Me giré y allí estaba con sus ojos curiosos abiertos de para en par, riéndose por la sorpresa, la driade había vuelto…

De nuevo, pudieron pasar años, minutos o tal vez sólo segundos mientras nos mirábamos frente a frente repasando nuestras muescas y cicatrices, descubriendo lo nuevo y lo viejo y alegrándonos de que todo estuviese ahí.
Pero fiel a su naturaleza curiosa e inquieta la driade quería ponerse en camino esta vez para buscar a los olvidados, los siempre fueron, aquellos que rondaban el árbol de los juegos… Me dijo que quería ver el mar, necesitaba su calor su magia, y siguiendo ese instinto que tenemos los duendes, con la abrumante sensación de algo bueno de un gran tesoro por descubrir me uní en su búsqueda.

Anduvimos lo que nos parecieron días por montes y prados campos y arboledas, hasta que por fin conseguimos ver el mar. Tan inmenso, tan profundo, mágico y misterioso. Sentí como todo mi ser se removía por dentro.

Durante algunos días exploramos playas y calas, conocimos gentes y lugares variopintos.

Cada Atardecer nos sentábamos en la aún cálida arena para despedir al sol y darle las gracias por su luz y dar la bienvenida a la luna con su mágica presencia.

Fue un atardecer cuando tuvo lugar uno de los momentos más especiales de nuestro viaje, presenciamos el enamoramiento del sol y la luna, vimos como el caballero se arrodillaba ante su dama y ésta se iba alzando pletórica radiante, mística, encumbrándose como reina indiscutible de los cielos, reflejando su rostro como en una estela difusa en el mar que la venera y que siempre estará a merced de sus caprichos… Y Justo entonces me di cuenta que bajo el mismo escenario en un tiempo ya lejano la princesa del mar se había bañado en las purificantes aguas lunares. Busque y mire por todos lados pero no la vi, y mientras, la driade fiel a su espíritu inquieto no dejaba sus idas y venidas como queriendo quedarse con todo y llevárselo en los bolsillos.
Yo cerré los ojos y los apreté con fuerza, volví a abrirlos mire fijamente y volví a cerrarlos, necesitaba grabar ese momento en mi memoria para que nunca me abandonase. Pude sentir el embrujo magnético de la luna, el calor de la arena, la purificante humedad del agua y la libertad del aire en cada rincón de mi ser, me sentía renovada, plena, estaba curando mi espíritu dando vida a mis sueños y recuerdos… poco sospechaba yo que aún quedaba lo mejor…
La última tarde que pasamos junto al mar el sol tuvo a bien regalarnos una de las puestas de sol más espectaculares que jamás haya visto, mientras yo serena contemplaba el fantástico espectáculo, la driade aprovecho para bañarse en las anaranjadas aguas del mar, renovando fuerzas para seguir su búsqueda de los olvidados y hete aquí que fueron ellos quienes nos encontraron, eran los que fueron y siempre serían.

Se acercó uno de ellos primero, el valiente o el loco, a veces, es difícil distinguirlos y después los otros dos que andaban jugando en la orilla.

Nos preguntaron si queríamos unirnos a sus juegos y a mi amiga le faltó tiempo para salir corriendo tras ellos, yo, sin embargo, fiel a mi naturaleza serena y tímida, observadora fui hasta ellos y me mantuve al margen intentando fotografiar lo que intuía iba a ser tan mágico y especial.

Mientras ellos jugaban sin tregua en la orilla y mar adentro y le enseñaban juegos nuevos a la driade, el sol se despidió a orillas del mar y la luna nos sorprendió compartiendo juegos, sonrisas y experiencias.

Fue entonces cuando los olvidados vinieron a buscarme a sacarme de mi papel observador para que me uniese a sus juegos. Algo reacia a abandonar mi atalaya donde me sentía segura, acepté y fui con ellos con una especie de nerviosismo, de excitación interior que a penas podía contener mi sonrisa, sería eso la aventura?, proponían juegos y juegos, algunos tuve que rechazarlos porque no soy especialmente hábil y mi naturaleza es frágil pero otros… esos juegos de confianza de alegría… me hacían sentir tan libre.

Aquella noche estábamos construyendo nuestra amistad con forma de torre en el mar.

De forma casi mágica pude ver cómo crecían nuevos hilos de vida entre nosotros como quedábamos unidos como regalábamos a los otros parte de nuestros corazones. Nunca creí posible semejante conexión tan rápido con alguien a quien acabas de conocer… con cada palabra, cada gesto de ellos comprendí que nada es casual, que nuestros pensamientos coincidían de manera tan especial que aquello sería para siempre.

No se hasta qué punto ellos podían imaginar lo que todo esto significaba para mi… yo era la tímida, la miedosa, la callada... y es que apenas podia retener la marea de emociones y sentimientos que amenazaban con quedat sumergidos en aquella cala escondida a la luz de la luna.

Ellos la buena gente, los que siempre fueron, entraron en nuestras vidas y creo no equivocarme si digo que no podré olvidarlos cada uno dejó su huella en nuestra arena.

En honor a la verdad tengo que decir que aunque todos lo intentaron sólo uno consiguió darme la suficiente confianza como para poder ser yo misma, supongo que encajamos mejor que supo comprenderme que éramos más afines a el y a mi driade quiero dedicarles en especial estas letras.

Gracias driade por dejarme acompañarte en la que ha sido mi primera aventura lejos del niño perdido, no podré olvidarla.

Y a vosotros los niños que siempre fueron gracias por darnos la oportunidad de conoceros y participar de vuestros juegos, que sepáis que en el bosque donde habito siempre habrá un lugar para vosotros si os decidís a visitarnos.