29 noviembre 2011

JUNTANDO DUENDES

Era el final de un ciclo, el otoño se alejaba definitivamente y el invierno llamaba a la puerta.
Yo pensaba ilusionada en la visita de mi compañera la dríade a la que tanto echaba de menos, y en juntar duendes, tal y como venía haciendo últimamente y aunque no pude hacerlo físicamente, acompañada por ella y haciendo acopio de la magia que se crea cuando se reúnen los feéricos, decidimos saludar en la distancia a mi amigo el Puck y su inseparable compañero de aventuras el Leprechaun. Pasamos un rato tan divertido con ellos que decidimos juntarnos los cuatro en mi próximo viaje a mi hogar natal y que así se conociesen.
Y tal como estaba previsto una semana después conseguimos juntarnos los amigos, poco podíamos imaginar la magia de la luna estaba ese día con nosotros y que en cuanto la dríade posó sus ojos en el Leprechaun, éste ya no pudo escapar, pero aún más sorprendente fue  que ella quedase atrapada en la sonrisa pícara y divertida del Leprechaun, mientras el Puck y yo nos divertíamos mirándoles y conociendo y juntando a otra buena gente que quiso acompañarnos aquella noche. Y es que cuando la buena gente se une sólo algo muy especial puede pasar.
El tiempo fue pasando lento, seguro, divertido y sus miradas seguían fijas día tras día. Era curioso pero por una vez el Leprechaun no sentía la necesidad de engañar a aquella que le tenía atrapado con alguna de sus tretas para que dejase de mirarle y así poder escapar… en el fondo le gustaba verse reflejado en sus ojos avellana, oir su risa de campanillas, bromear con su inocente niña interior descubrir los muchos juegos que ella conocía y disfrutar de las noches estrelladas desde un cálido abrazo en su árbol… quizás estuviese llegando a quererla, quizás le sería muy fácil acostumbrarse a su presencia.
La Dríade por su parte no podía dejar de hacer sonar sus campanillas, y con la ilusión que la acompaña en cada cosa que hace disfrutaba como una niña con cada broma, cada mirada cómplice, cada sonrisa pícara que le dedicaba, cada confidencia  que le hacía provocaba un latir acelerado… quizás estuviese llegando a quererle, quizás le sería muy fácil acostumbrarse a su presencia.
Puck y yo siempre atentos no dejábamos de sorprendernos y divertirnos con tan peculiar situación, pero felices e ilusionados como ellos.
 Hete aquí que llegó el trigésimo aniversario de nuestro querido amigo Leprechaun y fue su gran compañero Puck, que siempre predispuesto a las fiestas y eventos divertidos varios, quiso homenajearle como merecía juntando a escondidas a sus seres más queridos para prepararle una buena, no pudieron estar todos los que era pero sí eran todos los que estaban, y así emocionados y nerviosos le sorprendimos aunque fuese un poquito, que todos sabemos que nuestro Leprechaun es muy listo y no es fácil engañar ni distraer al maestro en distracciones, así pues pasada la euforia del primer momento tuvo a bien obsequiarnos a los presentes con su hospitalidad ofreciéndonos su casa rodeada de montañas, ríos, cascadas y bosques de robles, para pasar unos días entre risas, juegos, castañas, falsas orugas y buena compañía. Y aunque algunos de los duendes allí congregados no se conociesen, como siempre la magia hizo que todo fuese perfecto y es que nuestro querido Leprechaun de rápida sonrisa y respuesta viva siempre fue uno de los mejores Juntando Duendes.
No puedo evitar recordar emocionada estos últimos días de risas y confidencias, de descubrir, descubrirme, afianzar, y sobre todo disfrutar.
Gracias Leprechaun por abrirme tu casa, por incluirme en tu vida por querer formar parte de mi mundo y estar ahí SIEMPRE.
Al puck no hace falta que se lo diga ya lo sabe.
Porque Juntando duendes la magia siempre está ahí y sólo lo bueno tiene cabida.

03 octubre 2011

La Rosa De Luz

Cerré los ojos y me dejé ir lejos muy lejos, sintiéndome etérea empecé a explorar la oscuridad, vagando errática, vacía, dejé mi cuerpo atrás.


Al fondo de lo que parecía una negrura inacabable vi una luz brillante, con esa curiosidad que provoca lo nuevo, lo diferente, me ví atraída hacia esa luz…

Conforme me acercaba se iba haciendo más y más grande hasta que, ya a su lado, pude ver lo que era en realidad... Una inmensa columna de luz que nacía del suelo como un viejo árbol cuyo tronco robusto se extendía hasta el infinito.

Buscando la manera de explorarlo miré a mi alrededor, a ver si era capaz de encontrar mis alas, después de un rato las vi en un rincón como si me estuviesen esperando, perfectas luminosas, casi traslúcidas, reflejando arcoiris cuando algo de la luz del árbol llegaba a ellas, cuando me acerqué pareció que cobrasen vida y como notando la añoranza de estar tanto tiempo separadas se pegaron a mi espalda volviendo a ser uno solo.

Un poco desentrenada en el arte de volar despacito fui despegando mis pies del suelo, dirigiéndome hacia la luz y rodeándola en espiral pude ver que en realidad era como un haz de vida, donde millones de luces formaban una sola… trasmitía tanta paz… alegría… bienestar… Intenté tocarla, pero algo me lo impedía, no podía dejarme llevar…

Me dejé caer hasta el suelo y algo confusa y decepcionada me tumbé. Llena de paz, a pesar de todo, concentrada en el haz de luz, de repente noté como algo brotaba de mi pecho, un tallo que crecía rápido y con fuerza, nació una flor que se abrió, una bonita rosa de luz…


Me quedé quieta expectante para ver qué pasaría a continuación, y vi como uno de los zarcillos crecía y como si olfatease el aire fue extendiéndose, al principio parecía que sin rumbo fijo, pero comprobé que había un patrón en su rumbo errático y allí, en mitad de la oscuridad, apareció una silueta tumbada, dormida, era él lo supe enseguida, aquel tallo fue subiendo despacito y suave por su brazo como en una caricia, llegó hasta su pecho del cual emanaba una tenue luz que se iba haciendo más intensa según se iba acercando el zarcillo, hasta que una vez allí, un leve estallido de luz atrapó mi tallo y despacito empezó a brotar de su pecho dando lugar a otra rosa de luz, como si se hubiesen esperado desde hacía años, sendos haces de luz salieron de ambas flores y fueron a unirse al gran árbol de luz.
Una sensación abrumadora creció en mí, la sensación de plenitud de pertenecer a un todo, de sentir el corazón rebosante, dejé de percibir lo que pasaba desde mis ojos y me vi dentro del haz rodeada de almas que se movían flotando a mi alrededor. Pasé a ser mi haz de luz, ese que brotaba de mi flor y que de una forma que no atisbo a comprender se extendía hacia arriba, entrelazándose una y o otra y otra vez en una danza imposible con el otro haz de luz, ése sin el que no hubiese podido entrar ni comprender…

Noté un tirón, algo me empujaba a volver, era la hora, llena de dicha y sorpresa volví a mi cuerpo que había quedado tumbado al pie del árbol y desandando lo andado cerré los ojos y los abrí a la realidad de nuevo.

27 abril 2011

Viajes

Cuando florecen los campos y el bosque despierta, los duendes comenzamos nuestra más frenética actividad, los días son más largos y el tiempo imprevisible, como imprevisible se ha vuelto la vida de este pequeño duende que un día decidió abandonar su bosque, su lago espejo, despedirse de sus amigos y empezar una nueva vida en tierras lejanas allá al norte, cerca de las montañas nevadas, junto al niño perdido.

Emprendí el viaje, nervgiosa, triste, ilusionada, contenta, casi sumida en la inconsciencia del cambio, con tantas emociones contrapuestas que no soy capaz de asimilarlas.
Durante el viaje me llegaron los ecos de las despedidas de todos aquellos a los que admiro, quiero y respeto. Cuando por fin, llegué a mi destino empezó la aventura loca en la que me he embarcado, buscar un hogar, conocer nuevas gentes, estar con el niño perdido...

Cartas y mensajes de MI GENTE...

En apenas una semana encontré un hogar, un lugar acogedor al lado del río, no es como mi lago espejo pero me trae rumores de aquel.

Llevada aún por la inconsciencia fueron pasando los días, la primavera llenó todo de colores, aún tengo que acostumbrarme a los sonidos de aqui. Conocí nuevas gentes, alocadas, sensibles, infantiles, divertidas, excepticas, irónicas...  y aunque las cartas siguen llegando y me hacen sentirme más cerca de mi bosque, la nostalgia de mi hogar me invade a ratos y los ojos se me empañan,.

Poco a poco intento hacer de mi morada mi nuevo hogar y ando como loca buscando flores y frutos para adornarla, lo que por otro lado me ayuda a mantener la mente ocupada y dejo menos sitio a la añoranza, y bueno no me puedo olvidar del niño perdido que está conmigo e intenta hacerme todo más sencillo.


Espero poder adaptarme pronto y olvidar y recordar sin que se me parta en dos el corazón.