28 enero 2010

Andares y andanzas


Este duende que aquí escribe, quiso un día hacer un experimento, quiso pasar una temporada con aspecto humano, es en parte el motivo por el cual hace tanto que no escribe...

El caso es que en su aventura, casi casi se pierde, es increìble la prisa que tienen por vivir... es difícil resistirse y no dejarse arrastrar por lo tormentoso del devenir de sus vidas. Sin embargo, en este insidioso devenir que tienen incluso ellos mismos se estravían, y dejan de tener en cuenta lo que verdaderamente es importante, van tan deprisa que no disfrutan del camino, solo les importa el fin y no los medios.

Son codiciosos, y la mayoría sólo busca su propio beneficio, aunque en honor a la verdad he de reconocer que durante ese tiempo tuve la suerte de encontrarme con algunas personas estupendas que me acogieron con los brazos abiertos, me ayudaron e incluso no les importó cuando les descubrí mi verdadera naturaleza, sí se mostraron sorprendidos ante tal atrevimiento por mi parte porque para ellos es raro mostrarse tal y como son, siempre tienen miedo a que algún desalmado pueda hacerles daño...
A pesar de todo, muchos de ellos han desarrollado la capacidad de ver o sentir a aquellos que son inofensivos, aquellos que son capaces de dar sin esperar recibir...y creo sinceramente que en ellos radica la esperanza de esta extraña raza.
Cuando se dejen oir sus voces, su mundo, nuestro mundo será mejor, pero para eso me temo que aun falta mucho.

Fue gracias a ellos que no me perdí, que pude aferrarme a quien soy y en lo que creo.

Después de un tiempo como humano, me siento feliz siendo duende, y no voy a dejar que nadie me convenza de que mi tiempo ha pasado y que debo adoptar de forma definitiva una forma humana.

A Gandalf


Esto es un homenaje a mi querido Gandalf, ese hombre paciente, sabio, sacrificado, que daría lo que fuera porque su Frodo y su Sam lleguen al monte del destino y se deshicieran del anillo... cumpliesen su metas, sus objetivos...
A ti Gandalf, después de tantas batallas luchadas, ahora te toca descansar, viajar a la isla de los elfos y vivir en paz, se que serás capaz de encontrarla, y que aunque los obstáculos se crucen en tu camino sabrás enfrentarte y tendrás la sabiduría para esquivarlos cuando el enfrentamiento no sea posible, nunca has sido de los que has dado la espalda a los problemas o has escondido la cabeza a esperar que pasase la tormenta. Todos los que te queremos te acopañeremos de diferentes maneras en tu viaje para echarte una mano cuando lo necesites.

Somos muchos los que te debemos el ser quien somos, para los que has sido un maestro, el único que creyó en nosotros cuando nadie más lo hizo. Eres un ejemplo, siempre con los brazos abiertos y la mano tendida por si alguien te necesitaba, aunque eso significase retrasar un poco tu llegada, pero tu siempre tuviste claro que estabas donde tenias que estar, y que nunca llegabas ni antes ni después si no justo a tiempo.

Creo que no podré olvidar tu cara de sorpresa y emoción cuando por una vez la mayor parte de tus seres queridos se reunió para rendirte homenaje por una vida de esfuerzo, lucha y sacrificio.

Hasta tu querido amigo y compañero, estuvo allí y haciendo gala de su don inspirado tuvo a bien obsequiarnos con un octosilábico a tu persona que hizo que curiosamente a todos los presentes nos picasen los ojos de forma extraña, incluso a ti. Algo que por otro lado tengo que agradecerle de todo corazón.

Por mi parte, darte las gracias por tus desvelos, por tu preocupación sincera, tu cariño incondicional, por estar cerca aunque no estuvieses al lado. Por tu paciencia, tus consejos, decirte que he aprendido mucho de ti, y que de mayor quiero ser como tu, que espero de todo corazón que seas muy muy feliz, y consigas de un modo u otro encontrar tu paz.

Cuenta conmigo...

Te dejo con tu octosilábico, para que nunca olvides quien fuiste ni quien eres...



En la irrepetible efeméride
de la jubilación del
irrepetible Andrés




I

Amadísimos hermanos
en Moradillo de Roa:
Voy a cantar las proezas,
voy a cantar vida y obra
de este ilustre jubilata                             5
que se nos jubila ahora.
Escribí siete mil folios
—qué menos de tal persona—
mas por no dar la barrila
los resumo en pocas hojas.                      10
No pretende esta epopeya
dar a nadie por la popa,
pero si algún verso sale
esquinado o mala sombra,
es solo cochina envidia                           15
de verlo entre tanta tropa
como lo admira y lo mima,
lo respeta y aun lo adora.
Vamos allá: carraspeo
y empiezo la épica historia.                     20

Nació don Andrés Bermejo
en la provincia de Soria…

(Aquí interrumpe Nayr escandalizada,
y el narrador impertérrito prosigue):


¡Ay qué coño, ya empezamos
con esto de la memoria!
Que estoy hablando de cunas,                25
no de tumbas ni de fosas…
Pero, en fin, no quiero líos:
pues Nayr no se conforma,
corrijo y cambio de rima,
santas pascuas y a otra cosa.                   30

II

Nació don Andrés Bermejo,
do nacen los fijosdalgo,
no sé si en cuna de pino
o tal vez de palosanto.
Pero nació, eso es seguro,                       35
y puedo certificaros
que allí no nació Padilla
ni Bravo ni Maldonado.
Pero es el caso que el mozo,
desde sus más tiernos años                     40
ya despuntaba de agudo,
de recto en algunos casos,
y nunca jamás de obtuso,
porque siempre tuvo claro
que esos ángulos bocazas                        45
a él le estaban vedados.
Después de mil aventuras
recaló en el Seminario,
donde pronto convivimos
con cerebros tan preclaros                       50
que don Andrés, aburrido,
decidió hacerse uruguayo.
«Pasó un día y otro día»,
volvió al cabo de los años,
diciendo «plata» y «boludo»                  55
y hecho casi un tupamaro.
Nos enseñó a tomar mate
y la ciencia de cebarlo,
y de pasada aprendimos
un nuevo vocabulario:                             60
no es lo mismo «calabaza»
que «calva», «calvo» o «calvario»,
y tampoco una «bombilla»,
aunque se chupe, es un cargo,
porque chupar siendo alcalde                  65
parece que está chupado.
Con él se trajo a Viglietti,
Mercedes Sosa y Horacio
Guarany, Numa Moraes,
Los Quilapayún, que acaso                     70
perecieron en la hoguera
por si las moscas de Franco,
aunque hasta entonces sus discos
¡qué ratos nos depararon!

Su cruz empezó conmigo:                       75
coincidimos en un cuarto
en aquella Salamanca
de Pontificia y teatro,
yo siendo un puro desastre
y él siempre tan ordenado.                      80
Nunca encontraba en su mesa
los lápices colocados,
arrugábamos la colcha,
e incluso balcón abajo
un día voló una manta;                            85
y él, paciente como un santo,
igual que el cordero bíblico
ni siquiera abrió los labios,
así que bajé a la calle
a recoger lo tirado.                                  90
(No cuento el día en que el gorro
me encontró estando encerrado
bajo llave en la cartera:
aún estoy traumatizado
porque me ganó una apuesta,                  95
y fui tan mortificado
que ya no hice penitencia
hasta el domingo de ramos).

Tuvo un 600 tan suelto
que parecía blindado:                              100
nos fuimos a Suiza en él,
a un ritmo tan endiablado,
que llegó a Barcelona antes
su primo con un Pegaso.
(Bien es verdad que debimos                  105
un par de veces pararnos:
¡quién nos viera en los Monegros
buscando desesperados
un árbol providencial
como la sombra del salmo,                      110
pues el coche, de caliente,
amenazaba tirarnos
en mitad de la calzada
descompuestos y sin saco!
Al fin encontramos uno                          115
tan trémulo y solitario
que creímos que echaría
a correr al acercarnos.
El árbol se sosegó,
nosotros nos aguantamos,                       120
el coche se refrescó
y acometimos el páramo).

Cerca de Lyón hicimos
un camping descontrolado,
montando a tientas la tienda,                  125
que aun me parece milagro
cómo no vino algún guardia
a levantarnos de cuajo.
Antes del amanecer
ahuecamos el sombrajo                           130
y al final de la mañana
en Berna nos encontramos,
sin más medios que un teléfono
y medio desorientados:
el viaje duró tres días                              135
y ni sé cómo llegamos.
Pero al fin todo está escrito,
y estábamos destinados
a compartir camarote
también en terreno extraño:                    140
fuimos a dar a un desván,
cuya descripción me guardo,
pues no faltará ocasión
quizá de rememorarlo.

Salto días y kilómetros,                           145
salto estaciones y años,
salto incluso un viaje exótico
a aquel país uruguayo
donde tiempo atrás estuvo
y tuvo a bien obsequiarnos:                     150
era invierno pero fue
mejor que cualquier verano;
conocí los chinchulines
y el apellido italiano
del obispo con quien tuvo,                      155
en aquellos tiempos bravos,
dimes, diretes, distingos
y también considerandos.
Pero eso ya fue después
de párroco y parroquiano:                       160
es justo que se ordenara
un hombre tan ordenado.

No lejos de este lugar
Cupido andaba acechando.
En la noble Torreadrada                          165
la milagrosa Milagros
me lo puso en un membrete,
como ha dicho un ilustrado.
Y Andrés, que es un caballero,
cogió la flecha educado                          170
y la colocó en su aljaba,
en el sitio destinado,
pues, dígase lo que quiera,
digo yo que, al fin y al cabo,
qué más da ordenar la flecha                  175
que un cirio pascual dorado.

Hicieron tan bien las cosas
que para testimoniarlo
aquí están Nayr y Víctor,
lucios y descagazados.                            180
Por cierto sé yo que un día,
en un coche más templado
que aquel que nos llevó a Suiza,
siendo Víctor pequeñajo,
le vino en gana lo mismo                         185
casi que al amigo Sancho.
Pues parar no era posible,
pero Andrés, que es ordenado,
para emergencias llevaba
un guante pintiparado,                            190
y viendo el bueno de Víctor
recipiente tan preciado,
soltó el líquido elemento
y quedó muy aliviado
de la carga pisotera                                 195
que tanto le había pesado.
(Cosa que no me sorprende,
pues también sé yo otro caso
que ocurrió en noche funesta
en Berna de mis pecados:                       200
allá en un desván y a oscuras,
un tantico indigestado,
preparó cierto paquete
cuidadosamente atado
con la intención saludable…                   205
pero mejor me lo callo,
porque aquí también se dijo
que peor es meneallo).
Claro que Víctor ha sido
siempre tan espabilado,                           210
que le puso en un conflicto
una Navidad de antaño:
De Papá Noel Andrés
se me había disfrazado,
con bolsas del hospital                            215
y otros chismes apropiados,
pero se olvidó quitarse
el anillo y los zapatos;
y Víctor, que es un sabueso
del corte más holmesiano,                       220
le puso en un gran aprieto,
¡y mira que es complicado
poner a Andrés en aprietos,
siendo él tan organizado!

Ha sido a partes iguales                          225
profesor y sanitario
(y esto último lo digo
en el sentido más sano,
no me venga nadie luego
a jugar con el vocablo).                           230
De profe tuvo de todo,
alumnos buenos y malos:
estos quizá no sabían
con quién estaban jugando.
Cierto día sucedió                                   235
que un alumno destemplado
—de esos que tanto se usan
en tiempos descontrolados—
quiso salir a deshora
chulete y arrempujando.                          240
Pero estaba don Andrés
ante la puerta plantado,
y cuadrándose le dijo:
«¡Con la Iglesia hemos topado!».
No dijera don Quijote                             245
en el Toboso otro tanto.

Su horario ha sido exhaustivo
combinando ambos trabajos,
y a veces te lo cruzabas
absorto y ensimismado;                           250
le decía s: «¡Hola, Andrés!»,
pero él pasaba de largo,
y si tal vez te miraba
de frente o de arriba abajo,
seguía como si nada,                               255
en la carpeta pensando
de la mesa del colegio,
donde tan organizado
estaba el organigrama,
o en las planillas tamaño                         260
cartera que elaboraba
con informes y contactos.
Y si alguien movía un lápiz
o se acercaba a sus bártulos,
que se diera por jodido,                          265
pues no ha habido ojos de Argos
como los de Andrés Bermejo
para pescar infiltrados.
Tanto es así que en el día
en que lo homenajearon,                         270
la curiosa camiseta
que los profes le obsequiaron
tenía diez mandamientos
como en tablas estampados,
y el décimo, ¿qué ordenaba?                   275
¡Ese caletre, paisanos!
«¡No codiciarás —decía—
su carpeta!». Nunca el Santo
inspirador de la Biblia
estuvo tan inspirado.                               280

III

Es hora de ir concluyendo
esta apasionante historia.
Vuelvo a la rima primera,
¿recuerdan?, a la de Soria.
Y además me viene bien                         285
para dejarte esta cosa,
que sé que te va a joder
(perdón por la palabrota),
pues sé que no tienes sitio
para colocar más obras.                           290
Pero, pues te has jubilado
y tienes tiempo de sobra,
no te diré lo que dijo
la burlona Altisidora:
Cruel Vireno, fugitivo Eneas,                  295
Satanás te acompañe, allá te avengas,
sino en forma menos clásica
y mucho más amistosa,
te diré sencillamente
que sudes la gota gorda,                         300
mételo donde te quepa,
busca un sitio a sol o a sombra
ordénalo como puedas,
y acabo con la parodia:
Sabio Bermejo, regulado Andreas,         305
Milagros te acompañe, allá te entiendas.
¡Mira si he sido prudente,
que no he dicho allá te jodas!
¡Enhorabuena por esta
jubilación jubilosa!                                  310


E.Pascual