03 octubre 2011

La Rosa De Luz

Cerré los ojos y me dejé ir lejos muy lejos, sintiéndome etérea empecé a explorar la oscuridad, vagando errática, vacía, dejé mi cuerpo atrás.


Al fondo de lo que parecía una negrura inacabable vi una luz brillante, con esa curiosidad que provoca lo nuevo, lo diferente, me ví atraída hacia esa luz…

Conforme me acercaba se iba haciendo más y más grande hasta que, ya a su lado, pude ver lo que era en realidad... Una inmensa columna de luz que nacía del suelo como un viejo árbol cuyo tronco robusto se extendía hasta el infinito.

Buscando la manera de explorarlo miré a mi alrededor, a ver si era capaz de encontrar mis alas, después de un rato las vi en un rincón como si me estuviesen esperando, perfectas luminosas, casi traslúcidas, reflejando arcoiris cuando algo de la luz del árbol llegaba a ellas, cuando me acerqué pareció que cobrasen vida y como notando la añoranza de estar tanto tiempo separadas se pegaron a mi espalda volviendo a ser uno solo.

Un poco desentrenada en el arte de volar despacito fui despegando mis pies del suelo, dirigiéndome hacia la luz y rodeándola en espiral pude ver que en realidad era como un haz de vida, donde millones de luces formaban una sola… trasmitía tanta paz… alegría… bienestar… Intenté tocarla, pero algo me lo impedía, no podía dejarme llevar…

Me dejé caer hasta el suelo y algo confusa y decepcionada me tumbé. Llena de paz, a pesar de todo, concentrada en el haz de luz, de repente noté como algo brotaba de mi pecho, un tallo que crecía rápido y con fuerza, nació una flor que se abrió, una bonita rosa de luz…


Me quedé quieta expectante para ver qué pasaría a continuación, y vi como uno de los zarcillos crecía y como si olfatease el aire fue extendiéndose, al principio parecía que sin rumbo fijo, pero comprobé que había un patrón en su rumbo errático y allí, en mitad de la oscuridad, apareció una silueta tumbada, dormida, era él lo supe enseguida, aquel tallo fue subiendo despacito y suave por su brazo como en una caricia, llegó hasta su pecho del cual emanaba una tenue luz que se iba haciendo más intensa según se iba acercando el zarcillo, hasta que una vez allí, un leve estallido de luz atrapó mi tallo y despacito empezó a brotar de su pecho dando lugar a otra rosa de luz, como si se hubiesen esperado desde hacía años, sendos haces de luz salieron de ambas flores y fueron a unirse al gran árbol de luz.
Una sensación abrumadora creció en mí, la sensación de plenitud de pertenecer a un todo, de sentir el corazón rebosante, dejé de percibir lo que pasaba desde mis ojos y me vi dentro del haz rodeada de almas que se movían flotando a mi alrededor. Pasé a ser mi haz de luz, ese que brotaba de mi flor y que de una forma que no atisbo a comprender se extendía hacia arriba, entrelazándose una y o otra y otra vez en una danza imposible con el otro haz de luz, ése sin el que no hubiese podido entrar ni comprender…

Noté un tirón, algo me empujaba a volver, era la hora, llena de dicha y sorpresa volví a mi cuerpo que había quedado tumbado al pie del árbol y desandando lo andado cerré los ojos y los abrí a la realidad de nuevo.