06 junio 2014

Que el Duende te envíe siempre un hada a tu lado, 
Que te guarde en todo lo que haces, 
Que te dé confianza en el amanecer que viene, 
Que te guíe hacia los bellos parajes de tus sueños,
Que te dé esperanza brillante como el sol...

29 noviembre 2011

JUNTANDO DUENDES

Era el final de un ciclo, el otoño se alejaba definitivamente y el invierno llamaba a la puerta.
Yo pensaba ilusionada en la visita de mi compañera la dríade a la que tanto echaba de menos, y en juntar duendes, tal y como venía haciendo últimamente y aunque no pude hacerlo físicamente, acompañada por ella y haciendo acopio de la magia que se crea cuando se reúnen los feéricos, decidimos saludar en la distancia a mi amigo el Puck y su inseparable compañero de aventuras el Leprechaun. Pasamos un rato tan divertido con ellos que decidimos juntarnos los cuatro en mi próximo viaje a mi hogar natal y que así se conociesen.
Y tal como estaba previsto una semana después conseguimos juntarnos los amigos, poco podíamos imaginar la magia de la luna estaba ese día con nosotros y que en cuanto la dríade posó sus ojos en el Leprechaun, éste ya no pudo escapar, pero aún más sorprendente fue  que ella quedase atrapada en la sonrisa pícara y divertida del Leprechaun, mientras el Puck y yo nos divertíamos mirándoles y conociendo y juntando a otra buena gente que quiso acompañarnos aquella noche. Y es que cuando la buena gente se une sólo algo muy especial puede pasar.
El tiempo fue pasando lento, seguro, divertido y sus miradas seguían fijas día tras día. Era curioso pero por una vez el Leprechaun no sentía la necesidad de engañar a aquella que le tenía atrapado con alguna de sus tretas para que dejase de mirarle y así poder escapar… en el fondo le gustaba verse reflejado en sus ojos avellana, oir su risa de campanillas, bromear con su inocente niña interior descubrir los muchos juegos que ella conocía y disfrutar de las noches estrelladas desde un cálido abrazo en su árbol… quizás estuviese llegando a quererla, quizás le sería muy fácil acostumbrarse a su presencia.
La Dríade por su parte no podía dejar de hacer sonar sus campanillas, y con la ilusión que la acompaña en cada cosa que hace disfrutaba como una niña con cada broma, cada mirada cómplice, cada sonrisa pícara que le dedicaba, cada confidencia  que le hacía provocaba un latir acelerado… quizás estuviese llegando a quererle, quizás le sería muy fácil acostumbrarse a su presencia.
Puck y yo siempre atentos no dejábamos de sorprendernos y divertirnos con tan peculiar situación, pero felices e ilusionados como ellos.
 Hete aquí que llegó el trigésimo aniversario de nuestro querido amigo Leprechaun y fue su gran compañero Puck, que siempre predispuesto a las fiestas y eventos divertidos varios, quiso homenajearle como merecía juntando a escondidas a sus seres más queridos para prepararle una buena, no pudieron estar todos los que era pero sí eran todos los que estaban, y así emocionados y nerviosos le sorprendimos aunque fuese un poquito, que todos sabemos que nuestro Leprechaun es muy listo y no es fácil engañar ni distraer al maestro en distracciones, así pues pasada la euforia del primer momento tuvo a bien obsequiarnos a los presentes con su hospitalidad ofreciéndonos su casa rodeada de montañas, ríos, cascadas y bosques de robles, para pasar unos días entre risas, juegos, castañas, falsas orugas y buena compañía. Y aunque algunos de los duendes allí congregados no se conociesen, como siempre la magia hizo que todo fuese perfecto y es que nuestro querido Leprechaun de rápida sonrisa y respuesta viva siempre fue uno de los mejores Juntando Duendes.
No puedo evitar recordar emocionada estos últimos días de risas y confidencias, de descubrir, descubrirme, afianzar, y sobre todo disfrutar.
Gracias Leprechaun por abrirme tu casa, por incluirme en tu vida por querer formar parte de mi mundo y estar ahí SIEMPRE.
Al puck no hace falta que se lo diga ya lo sabe.
Porque Juntando duendes la magia siempre está ahí y sólo lo bueno tiene cabida.

03 octubre 2011

La Rosa De Luz

Cerré los ojos y me dejé ir lejos muy lejos, sintiéndome etérea empecé a explorar la oscuridad, vagando errática, vacía, dejé mi cuerpo atrás.


Al fondo de lo que parecía una negrura inacabable vi una luz brillante, con esa curiosidad que provoca lo nuevo, lo diferente, me ví atraída hacia esa luz…

Conforme me acercaba se iba haciendo más y más grande hasta que, ya a su lado, pude ver lo que era en realidad... Una inmensa columna de luz que nacía del suelo como un viejo árbol cuyo tronco robusto se extendía hasta el infinito.

Buscando la manera de explorarlo miré a mi alrededor, a ver si era capaz de encontrar mis alas, después de un rato las vi en un rincón como si me estuviesen esperando, perfectas luminosas, casi traslúcidas, reflejando arcoiris cuando algo de la luz del árbol llegaba a ellas, cuando me acerqué pareció que cobrasen vida y como notando la añoranza de estar tanto tiempo separadas se pegaron a mi espalda volviendo a ser uno solo.

Un poco desentrenada en el arte de volar despacito fui despegando mis pies del suelo, dirigiéndome hacia la luz y rodeándola en espiral pude ver que en realidad era como un haz de vida, donde millones de luces formaban una sola… trasmitía tanta paz… alegría… bienestar… Intenté tocarla, pero algo me lo impedía, no podía dejarme llevar…

Me dejé caer hasta el suelo y algo confusa y decepcionada me tumbé. Llena de paz, a pesar de todo, concentrada en el haz de luz, de repente noté como algo brotaba de mi pecho, un tallo que crecía rápido y con fuerza, nació una flor que se abrió, una bonita rosa de luz…


Me quedé quieta expectante para ver qué pasaría a continuación, y vi como uno de los zarcillos crecía y como si olfatease el aire fue extendiéndose, al principio parecía que sin rumbo fijo, pero comprobé que había un patrón en su rumbo errático y allí, en mitad de la oscuridad, apareció una silueta tumbada, dormida, era él lo supe enseguida, aquel tallo fue subiendo despacito y suave por su brazo como en una caricia, llegó hasta su pecho del cual emanaba una tenue luz que se iba haciendo más intensa según se iba acercando el zarcillo, hasta que una vez allí, un leve estallido de luz atrapó mi tallo y despacito empezó a brotar de su pecho dando lugar a otra rosa de luz, como si se hubiesen esperado desde hacía años, sendos haces de luz salieron de ambas flores y fueron a unirse al gran árbol de luz.
Una sensación abrumadora creció en mí, la sensación de plenitud de pertenecer a un todo, de sentir el corazón rebosante, dejé de percibir lo que pasaba desde mis ojos y me vi dentro del haz rodeada de almas que se movían flotando a mi alrededor. Pasé a ser mi haz de luz, ese que brotaba de mi flor y que de una forma que no atisbo a comprender se extendía hacia arriba, entrelazándose una y o otra y otra vez en una danza imposible con el otro haz de luz, ése sin el que no hubiese podido entrar ni comprender…

Noté un tirón, algo me empujaba a volver, era la hora, llena de dicha y sorpresa volví a mi cuerpo que había quedado tumbado al pie del árbol y desandando lo andado cerré los ojos y los abrí a la realidad de nuevo.

27 abril 2011

Viajes

Cuando florecen los campos y el bosque despierta, los duendes comenzamos nuestra más frenética actividad, los días son más largos y el tiempo imprevisible, como imprevisible se ha vuelto la vida de este pequeño duende que un día decidió abandonar su bosque, su lago espejo, despedirse de sus amigos y empezar una nueva vida en tierras lejanas allá al norte, cerca de las montañas nevadas, junto al niño perdido.

Emprendí el viaje, nervgiosa, triste, ilusionada, contenta, casi sumida en la inconsciencia del cambio, con tantas emociones contrapuestas que no soy capaz de asimilarlas.
Durante el viaje me llegaron los ecos de las despedidas de todos aquellos a los que admiro, quiero y respeto. Cuando por fin, llegué a mi destino empezó la aventura loca en la que me he embarcado, buscar un hogar, conocer nuevas gentes, estar con el niño perdido...

Cartas y mensajes de MI GENTE...

En apenas una semana encontré un hogar, un lugar acogedor al lado del río, no es como mi lago espejo pero me trae rumores de aquel.

Llevada aún por la inconsciencia fueron pasando los días, la primavera llenó todo de colores, aún tengo que acostumbrarme a los sonidos de aqui. Conocí nuevas gentes, alocadas, sensibles, infantiles, divertidas, excepticas, irónicas...  y aunque las cartas siguen llegando y me hacen sentirme más cerca de mi bosque, la nostalgia de mi hogar me invade a ratos y los ojos se me empañan,.

Poco a poco intento hacer de mi morada mi nuevo hogar y ando como loca buscando flores y frutos para adornarla, lo que por otro lado me ayuda a mantener la mente ocupada y dejo menos sitio a la añoranza, y bueno no me puedo olvidar del niño perdido que está conmigo e intenta hacerme todo más sencillo.


Espero poder adaptarme pronto y olvidar y recordar sin que se me parta en dos el corazón.

21 septiembre 2010

Estío

Se iba acercando el estío, todo a mi alrededor parecía cobrar vida, ponerse en movimiento, todo parecía cambiar demasiado rápido, o quizás fuese yo la que se había quedado ralentizada.

Me puse a recordar llena de nostalgia otros tiempos, otros lugares, otras gentes… la princesa del mar, la señora de la tormenta, las hadas, el unicornio, mis amigos los que nunca volverían y los que alguna vez volvieron, la driade y sus niños olvidados…

Qué habría sido de la driade…habría encontrado ya su tesoro al final del arco iris?... todavía podía oir sus campanillas…o…espera… era posible que fuese su sonido en realidad? Lo estaba escuchando de nuevo? No, tenía que ser mi imaginación… pero parecía tan real…

Ensimismada en mis recuerdos no me apercibí que alguien se acercaba y casi cuando estaba a punto de rozarme oí su risa tímida y traviesa… Sus Campanillas!!

Me giré y allí estaba con sus ojos curiosos abiertos de para en par, riéndose por la sorpresa, la driade había vuelto…

De nuevo, pudieron pasar años, minutos o tal vez sólo segundos mientras nos mirábamos frente a frente repasando nuestras muescas y cicatrices, descubriendo lo nuevo y lo viejo y alegrándonos de que todo estuviese ahí.
Pero fiel a su naturaleza curiosa e inquieta la driade quería ponerse en camino esta vez para buscar a los olvidados, los siempre fueron, aquellos que rondaban el árbol de los juegos… Me dijo que quería ver el mar, necesitaba su calor su magia, y siguiendo ese instinto que tenemos los duendes, con la abrumante sensación de algo bueno de un gran tesoro por descubrir me uní en su búsqueda.

Anduvimos lo que nos parecieron días por montes y prados campos y arboledas, hasta que por fin conseguimos ver el mar. Tan inmenso, tan profundo, mágico y misterioso. Sentí como todo mi ser se removía por dentro.

Durante algunos días exploramos playas y calas, conocimos gentes y lugares variopintos.

Cada Atardecer nos sentábamos en la aún cálida arena para despedir al sol y darle las gracias por su luz y dar la bienvenida a la luna con su mágica presencia.

Fue un atardecer cuando tuvo lugar uno de los momentos más especiales de nuestro viaje, presenciamos el enamoramiento del sol y la luna, vimos como el caballero se arrodillaba ante su dama y ésta se iba alzando pletórica radiante, mística, encumbrándose como reina indiscutible de los cielos, reflejando su rostro como en una estela difusa en el mar que la venera y que siempre estará a merced de sus caprichos… Y Justo entonces me di cuenta que bajo el mismo escenario en un tiempo ya lejano la princesa del mar se había bañado en las purificantes aguas lunares. Busque y mire por todos lados pero no la vi, y mientras, la driade fiel a su espíritu inquieto no dejaba sus idas y venidas como queriendo quedarse con todo y llevárselo en los bolsillos.
Yo cerré los ojos y los apreté con fuerza, volví a abrirlos mire fijamente y volví a cerrarlos, necesitaba grabar ese momento en mi memoria para que nunca me abandonase. Pude sentir el embrujo magnético de la luna, el calor de la arena, la purificante humedad del agua y la libertad del aire en cada rincón de mi ser, me sentía renovada, plena, estaba curando mi espíritu dando vida a mis sueños y recuerdos… poco sospechaba yo que aún quedaba lo mejor…
La última tarde que pasamos junto al mar el sol tuvo a bien regalarnos una de las puestas de sol más espectaculares que jamás haya visto, mientras yo serena contemplaba el fantástico espectáculo, la driade aprovecho para bañarse en las anaranjadas aguas del mar, renovando fuerzas para seguir su búsqueda de los olvidados y hete aquí que fueron ellos quienes nos encontraron, eran los que fueron y siempre serían.

Se acercó uno de ellos primero, el valiente o el loco, a veces, es difícil distinguirlos y después los otros dos que andaban jugando en la orilla.

Nos preguntaron si queríamos unirnos a sus juegos y a mi amiga le faltó tiempo para salir corriendo tras ellos, yo, sin embargo, fiel a mi naturaleza serena y tímida, observadora fui hasta ellos y me mantuve al margen intentando fotografiar lo que intuía iba a ser tan mágico y especial.

Mientras ellos jugaban sin tregua en la orilla y mar adentro y le enseñaban juegos nuevos a la driade, el sol se despidió a orillas del mar y la luna nos sorprendió compartiendo juegos, sonrisas y experiencias.

Fue entonces cuando los olvidados vinieron a buscarme a sacarme de mi papel observador para que me uniese a sus juegos. Algo reacia a abandonar mi atalaya donde me sentía segura, acepté y fui con ellos con una especie de nerviosismo, de excitación interior que a penas podía contener mi sonrisa, sería eso la aventura?, proponían juegos y juegos, algunos tuve que rechazarlos porque no soy especialmente hábil y mi naturaleza es frágil pero otros… esos juegos de confianza de alegría… me hacían sentir tan libre.

Aquella noche estábamos construyendo nuestra amistad con forma de torre en el mar.

De forma casi mágica pude ver cómo crecían nuevos hilos de vida entre nosotros como quedábamos unidos como regalábamos a los otros parte de nuestros corazones. Nunca creí posible semejante conexión tan rápido con alguien a quien acabas de conocer… con cada palabra, cada gesto de ellos comprendí que nada es casual, que nuestros pensamientos coincidían de manera tan especial que aquello sería para siempre.

No se hasta qué punto ellos podían imaginar lo que todo esto significaba para mi… yo era la tímida, la miedosa, la callada... y es que apenas podia retener la marea de emociones y sentimientos que amenazaban con quedat sumergidos en aquella cala escondida a la luz de la luna.

Ellos la buena gente, los que siempre fueron, entraron en nuestras vidas y creo no equivocarme si digo que no podré olvidarlos cada uno dejó su huella en nuestra arena.

En honor a la verdad tengo que decir que aunque todos lo intentaron sólo uno consiguió darme la suficiente confianza como para poder ser yo misma, supongo que encajamos mejor que supo comprenderme que éramos más afines a el y a mi driade quiero dedicarles en especial estas letras.

Gracias driade por dejarme acompañarte en la que ha sido mi primera aventura lejos del niño perdido, no podré olvidarla.

Y a vosotros los niños que siempre fueron gracias por darnos la oportunidad de conoceros y participar de vuestros juegos, que sepáis que en el bosque donde habito siempre habrá un lugar para vosotros si os decidís a visitarnos.

28 enero 2010

Andares y andanzas


Este duende que aquí escribe, quiso un día hacer un experimento, quiso pasar una temporada con aspecto humano, es en parte el motivo por el cual hace tanto que no escribe...

El caso es que en su aventura, casi casi se pierde, es increìble la prisa que tienen por vivir... es difícil resistirse y no dejarse arrastrar por lo tormentoso del devenir de sus vidas. Sin embargo, en este insidioso devenir que tienen incluso ellos mismos se estravían, y dejan de tener en cuenta lo que verdaderamente es importante, van tan deprisa que no disfrutan del camino, solo les importa el fin y no los medios.

Son codiciosos, y la mayoría sólo busca su propio beneficio, aunque en honor a la verdad he de reconocer que durante ese tiempo tuve la suerte de encontrarme con algunas personas estupendas que me acogieron con los brazos abiertos, me ayudaron e incluso no les importó cuando les descubrí mi verdadera naturaleza, sí se mostraron sorprendidos ante tal atrevimiento por mi parte porque para ellos es raro mostrarse tal y como son, siempre tienen miedo a que algún desalmado pueda hacerles daño...
A pesar de todo, muchos de ellos han desarrollado la capacidad de ver o sentir a aquellos que son inofensivos, aquellos que son capaces de dar sin esperar recibir...y creo sinceramente que en ellos radica la esperanza de esta extraña raza.
Cuando se dejen oir sus voces, su mundo, nuestro mundo será mejor, pero para eso me temo que aun falta mucho.

Fue gracias a ellos que no me perdí, que pude aferrarme a quien soy y en lo que creo.

Después de un tiempo como humano, me siento feliz siendo duende, y no voy a dejar que nadie me convenza de que mi tiempo ha pasado y que debo adoptar de forma definitiva una forma humana.

A Gandalf


Esto es un homenaje a mi querido Gandalf, ese hombre paciente, sabio, sacrificado, que daría lo que fuera porque su Frodo y su Sam lleguen al monte del destino y se deshicieran del anillo... cumpliesen su metas, sus objetivos...
A ti Gandalf, después de tantas batallas luchadas, ahora te toca descansar, viajar a la isla de los elfos y vivir en paz, se que serás capaz de encontrarla, y que aunque los obstáculos se crucen en tu camino sabrás enfrentarte y tendrás la sabiduría para esquivarlos cuando el enfrentamiento no sea posible, nunca has sido de los que has dado la espalda a los problemas o has escondido la cabeza a esperar que pasase la tormenta. Todos los que te queremos te acopañeremos de diferentes maneras en tu viaje para echarte una mano cuando lo necesites.

Somos muchos los que te debemos el ser quien somos, para los que has sido un maestro, el único que creyó en nosotros cuando nadie más lo hizo. Eres un ejemplo, siempre con los brazos abiertos y la mano tendida por si alguien te necesitaba, aunque eso significase retrasar un poco tu llegada, pero tu siempre tuviste claro que estabas donde tenias que estar, y que nunca llegabas ni antes ni después si no justo a tiempo.

Creo que no podré olvidar tu cara de sorpresa y emoción cuando por una vez la mayor parte de tus seres queridos se reunió para rendirte homenaje por una vida de esfuerzo, lucha y sacrificio.

Hasta tu querido amigo y compañero, estuvo allí y haciendo gala de su don inspirado tuvo a bien obsequiarnos con un octosilábico a tu persona que hizo que curiosamente a todos los presentes nos picasen los ojos de forma extraña, incluso a ti. Algo que por otro lado tengo que agradecerle de todo corazón.

Por mi parte, darte las gracias por tus desvelos, por tu preocupación sincera, tu cariño incondicional, por estar cerca aunque no estuvieses al lado. Por tu paciencia, tus consejos, decirte que he aprendido mucho de ti, y que de mayor quiero ser como tu, que espero de todo corazón que seas muy muy feliz, y consigas de un modo u otro encontrar tu paz.

Cuenta conmigo...

Te dejo con tu octosilábico, para que nunca olvides quien fuiste ni quien eres...



En la irrepetible efeméride
de la jubilación del
irrepetible Andrés




I

Amadísimos hermanos
en Moradillo de Roa:
Voy a cantar las proezas,
voy a cantar vida y obra
de este ilustre jubilata                             5
que se nos jubila ahora.
Escribí siete mil folios
—qué menos de tal persona—
mas por no dar la barrila
los resumo en pocas hojas.                      10
No pretende esta epopeya
dar a nadie por la popa,
pero si algún verso sale
esquinado o mala sombra,
es solo cochina envidia                           15
de verlo entre tanta tropa
como lo admira y lo mima,
lo respeta y aun lo adora.
Vamos allá: carraspeo
y empiezo la épica historia.                     20

Nació don Andrés Bermejo
en la provincia de Soria…

(Aquí interrumpe Nayr escandalizada,
y el narrador impertérrito prosigue):


¡Ay qué coño, ya empezamos
con esto de la memoria!
Que estoy hablando de cunas,                25
no de tumbas ni de fosas…
Pero, en fin, no quiero líos:
pues Nayr no se conforma,
corrijo y cambio de rima,
santas pascuas y a otra cosa.                   30

II

Nació don Andrés Bermejo,
do nacen los fijosdalgo,
no sé si en cuna de pino
o tal vez de palosanto.
Pero nació, eso es seguro,                       35
y puedo certificaros
que allí no nació Padilla
ni Bravo ni Maldonado.
Pero es el caso que el mozo,
desde sus más tiernos años                     40
ya despuntaba de agudo,
de recto en algunos casos,
y nunca jamás de obtuso,
porque siempre tuvo claro
que esos ángulos bocazas                        45
a él le estaban vedados.
Después de mil aventuras
recaló en el Seminario,
donde pronto convivimos
con cerebros tan preclaros                       50
que don Andrés, aburrido,
decidió hacerse uruguayo.
«Pasó un día y otro día»,
volvió al cabo de los años,
diciendo «plata» y «boludo»                  55
y hecho casi un tupamaro.
Nos enseñó a tomar mate
y la ciencia de cebarlo,
y de pasada aprendimos
un nuevo vocabulario:                             60
no es lo mismo «calabaza»
que «calva», «calvo» o «calvario»,
y tampoco una «bombilla»,
aunque se chupe, es un cargo,
porque chupar siendo alcalde                  65
parece que está chupado.
Con él se trajo a Viglietti,
Mercedes Sosa y Horacio
Guarany, Numa Moraes,
Los Quilapayún, que acaso                     70
perecieron en la hoguera
por si las moscas de Franco,
aunque hasta entonces sus discos
¡qué ratos nos depararon!

Su cruz empezó conmigo:                       75
coincidimos en un cuarto
en aquella Salamanca
de Pontificia y teatro,
yo siendo un puro desastre
y él siempre tan ordenado.                      80
Nunca encontraba en su mesa
los lápices colocados,
arrugábamos la colcha,
e incluso balcón abajo
un día voló una manta;                            85
y él, paciente como un santo,
igual que el cordero bíblico
ni siquiera abrió los labios,
así que bajé a la calle
a recoger lo tirado.                                  90
(No cuento el día en que el gorro
me encontró estando encerrado
bajo llave en la cartera:
aún estoy traumatizado
porque me ganó una apuesta,                  95
y fui tan mortificado
que ya no hice penitencia
hasta el domingo de ramos).

Tuvo un 600 tan suelto
que parecía blindado:                              100
nos fuimos a Suiza en él,
a un ritmo tan endiablado,
que llegó a Barcelona antes
su primo con un Pegaso.
(Bien es verdad que debimos                  105
un par de veces pararnos:
¡quién nos viera en los Monegros
buscando desesperados
un árbol providencial
como la sombra del salmo,                      110
pues el coche, de caliente,
amenazaba tirarnos
en mitad de la calzada
descompuestos y sin saco!
Al fin encontramos uno                          115
tan trémulo y solitario
que creímos que echaría
a correr al acercarnos.
El árbol se sosegó,
nosotros nos aguantamos,                       120
el coche se refrescó
y acometimos el páramo).

Cerca de Lyón hicimos
un camping descontrolado,
montando a tientas la tienda,                  125
que aun me parece milagro
cómo no vino algún guardia
a levantarnos de cuajo.
Antes del amanecer
ahuecamos el sombrajo                           130
y al final de la mañana
en Berna nos encontramos,
sin más medios que un teléfono
y medio desorientados:
el viaje duró tres días                              135
y ni sé cómo llegamos.
Pero al fin todo está escrito,
y estábamos destinados
a compartir camarote
también en terreno extraño:                    140
fuimos a dar a un desván,
cuya descripción me guardo,
pues no faltará ocasión
quizá de rememorarlo.

Salto días y kilómetros,                           145
salto estaciones y años,
salto incluso un viaje exótico
a aquel país uruguayo
donde tiempo atrás estuvo
y tuvo a bien obsequiarnos:                     150
era invierno pero fue
mejor que cualquier verano;
conocí los chinchulines
y el apellido italiano
del obispo con quien tuvo,                      155
en aquellos tiempos bravos,
dimes, diretes, distingos
y también considerandos.
Pero eso ya fue después
de párroco y parroquiano:                       160
es justo que se ordenara
un hombre tan ordenado.

No lejos de este lugar
Cupido andaba acechando.
En la noble Torreadrada                          165
la milagrosa Milagros
me lo puso en un membrete,
como ha dicho un ilustrado.
Y Andrés, que es un caballero,
cogió la flecha educado                          170
y la colocó en su aljaba,
en el sitio destinado,
pues, dígase lo que quiera,
digo yo que, al fin y al cabo,
qué más da ordenar la flecha                  175
que un cirio pascual dorado.

Hicieron tan bien las cosas
que para testimoniarlo
aquí están Nayr y Víctor,
lucios y descagazados.                            180
Por cierto sé yo que un día,
en un coche más templado
que aquel que nos llevó a Suiza,
siendo Víctor pequeñajo,
le vino en gana lo mismo                         185
casi que al amigo Sancho.
Pues parar no era posible,
pero Andrés, que es ordenado,
para emergencias llevaba
un guante pintiparado,                            190
y viendo el bueno de Víctor
recipiente tan preciado,
soltó el líquido elemento
y quedó muy aliviado
de la carga pisotera                                 195
que tanto le había pesado.
(Cosa que no me sorprende,
pues también sé yo otro caso
que ocurrió en noche funesta
en Berna de mis pecados:                       200
allá en un desván y a oscuras,
un tantico indigestado,
preparó cierto paquete
cuidadosamente atado
con la intención saludable…                   205
pero mejor me lo callo,
porque aquí también se dijo
que peor es meneallo).
Claro que Víctor ha sido
siempre tan espabilado,                           210
que le puso en un conflicto
una Navidad de antaño:
De Papá Noel Andrés
se me había disfrazado,
con bolsas del hospital                            215
y otros chismes apropiados,
pero se olvidó quitarse
el anillo y los zapatos;
y Víctor, que es un sabueso
del corte más holmesiano,                       220
le puso en un gran aprieto,
¡y mira que es complicado
poner a Andrés en aprietos,
siendo él tan organizado!

Ha sido a partes iguales                          225
profesor y sanitario
(y esto último lo digo
en el sentido más sano,
no me venga nadie luego
a jugar con el vocablo).                           230
De profe tuvo de todo,
alumnos buenos y malos:
estos quizá no sabían
con quién estaban jugando.
Cierto día sucedió                                   235
que un alumno destemplado
—de esos que tanto se usan
en tiempos descontrolados—
quiso salir a deshora
chulete y arrempujando.                          240
Pero estaba don Andrés
ante la puerta plantado,
y cuadrándose le dijo:
«¡Con la Iglesia hemos topado!».
No dijera don Quijote                             245
en el Toboso otro tanto.

Su horario ha sido exhaustivo
combinando ambos trabajos,
y a veces te lo cruzabas
absorto y ensimismado;                           250
le decía s: «¡Hola, Andrés!»,
pero él pasaba de largo,
y si tal vez te miraba
de frente o de arriba abajo,
seguía como si nada,                               255
en la carpeta pensando
de la mesa del colegio,
donde tan organizado
estaba el organigrama,
o en las planillas tamaño                         260
cartera que elaboraba
con informes y contactos.
Y si alguien movía un lápiz
o se acercaba a sus bártulos,
que se diera por jodido,                          265
pues no ha habido ojos de Argos
como los de Andrés Bermejo
para pescar infiltrados.
Tanto es así que en el día
en que lo homenajearon,                         270
la curiosa camiseta
que los profes le obsequiaron
tenía diez mandamientos
como en tablas estampados,
y el décimo, ¿qué ordenaba?                   275
¡Ese caletre, paisanos!
«¡No codiciarás —decía—
su carpeta!». Nunca el Santo
inspirador de la Biblia
estuvo tan inspirado.                               280

III

Es hora de ir concluyendo
esta apasionante historia.
Vuelvo a la rima primera,
¿recuerdan?, a la de Soria.
Y además me viene bien                         285
para dejarte esta cosa,
que sé que te va a joder
(perdón por la palabrota),
pues sé que no tienes sitio
para colocar más obras.                           290
Pero, pues te has jubilado
y tienes tiempo de sobra,
no te diré lo que dijo
la burlona Altisidora:
Cruel Vireno, fugitivo Eneas,                  295
Satanás te acompañe, allá te avengas,
sino en forma menos clásica
y mucho más amistosa,
te diré sencillamente
que sudes la gota gorda,                         300
mételo donde te quepa,
busca un sitio a sol o a sombra
ordénalo como puedas,
y acabo con la parodia:
Sabio Bermejo, regulado Andreas,         305
Milagros te acompañe, allá te entiendas.
¡Mira si he sido prudente,
que no he dicho allá te jodas!
¡Enhorabuena por esta
jubilación jubilosa!                                  310


E.Pascual